El método de Dios se concreta en los hombres. La iglesia busca mejores sistemas; Dios busca mejores hombres.
La gloria y eficiencia del evangelio se apoyan en los hombres que lo proclaman.
Dios proclama la necesidad de hombres para usarlos como el medio para ejercitar su poder sobre el mundo, con estas palabras: "Los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él". Esta verdad urgente y vital es vista con descuido por la gente de nuestra época, lo que es tan funesto para la obra de Dios como sería arrancar el sol de su esfera, pues produciría oscuridad, confusión y muerte.
Lo que la iglesia necesita hoy día, no es maquinaria más abundante o perfeccionada, ni nuevas organizaciones ni métodos más modernos, sino hombres que puedan ser usados por el Espíritu Santo: hombres de oración, poderosos en la oración.
El Espíritu Santo no pasa a través de métodos sino de hombres.
No desciende sobre la maquinaria, sino sobre los hombres.
No unge a los planes sino a los hombres: los hombres de oración.