miércoles, 24 de junio de 2015

La Predicación

La predicación es divina-humana. Esta viene de Dios, a través de los hombres o mujeres,
para hombres y mujeres. Esta dicotomía divina-humana se descubre a lo largo de toda
la historia bíblica. Dios por medio de instrumentos humanos entró y entra en diálogo con
sus criaturas racionales.

Por ejemplo, los diez mandamientos fueron divinos en su procedencia y contenido, pero
por intermedio de Moisés  elemento humano) llegan al pueblo. El ministerio
sacerdotal es otra ilustración de esta gran verdad bíblica. El sumo sacerdote se constituía
en el gran representante de los hombres ante Dios y de Dios ante los hombres. En el idioma
latín sacerdote se lee “pontifex”, cuyo significado es constructor de puentes. El sacerdote
tenía como función servir de puente entre Dios y los hombres. En nuestro Señor Jesucristo
tenemos el verdadero “pontifex” o “sumo sacerdote” (Hebreos 2:17; 3:1; 4:4; 6:20;
7:25; 9:11). Por medio de su sacrificio nos ha llevado a justas relaciones con Dios (Romanos
5:1). El escritor a los hebreos dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5).

En la persona de Jesucristo se descubre una vez más este principio divino-humano.
Aun su propio nombre compuesto: Jesucristo integra su misión terrenal (Jesús-Salvador)
con su misión divina (Cristo-Ungido-Mesías). El apóstol Juan declara: “En el principio
(eternidad) era el Verbo (griego, Logos), y el Verbo (Logos) era Dios (griego, Theos)” (Juan
1:1). Aquí se resaltan tres verdades escatológicas: Primero, la eternidad del Logos, “En el
principio era el Verbo”. Segundo, la comunión y relación divina, “y el Verbo era con Dios”.
Tercero, la naturaleza divina y deidad, “y el Verbo era Dios”.

Luego en Juan 1:14 leemos: “Y aquel Verbo (Logos) fue hecho carne, y habitó entre nosotros
(y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
En Jesucristo se une el Theos (Dios) con el anthropos (hombre). Dios por medio de Jesucristo
se hace tangible y visible al ser humano.

El término Logos significa: verbo, palabra y pensamiento. Jesucristo es la Palabra de
Dios hecha carne. El Padre por intermedio del Hijo se comunica y entra en relación con el
mundo.

La Biblia, la Palabra de Dios escrita para todos, es divina-humana. Dios la inspiró, pero
hombres divinamente escogidos la escribieron usando su propio estilo literario (2 Timoteo
3:16).

 Por lo tanto es de esperarse que la predicación sea divina-humana. El Dios
que con voz audible habló a Adán, Eva, Caín, Noé, Abraham y a otros personajes bíblicos,
todavía continúa hablando por medio de la predicación.

miércoles, 27 de mayo de 2015

¿Por Qué Necesitamos Buenos Predicadores Hoy?


¿Quién ha estado en el consejo del Señor y oyó su palabra? ¿Quién ha prestado atención a su palabra?

…Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento.

Jeremías 23:18 y Oseas 4:6

En una visita que mi esposa y yo hicimos a la Argentina, unos amigos nos invitaron a una presentación cinematográfica producida originalmente en el país. La obra trataba del robo de una mina de diamantes —si mal no recuerdo. Los delincuentes fueron tan hábiles en su hazaña que la policía no pudo encontrar rastros ni huellas de ningún tipo para acusarlos, ni mucho menos para condenarlos como sospechosos. Para atraparlos, la fuerza pública se limitó a una vigilancia constante, esperando un descuido, algún tropiezo que los descubriera. La pista de la obra seguía uno por uno a los presuntamente culpables.

El primero fue atrapado por vender clandestinamente uno de los diamantes a un joyero que en realidad era un agente de la ley encubierto. Otro le hizo confidencias a su novia, contándole detalles de su delito; por supuesto, ella lo delató. El tercer delincuente, consciente de que la policía usaba toda la astucia a su alcance para crear las circunstancias de modo que cayera en sus trampas, determinó que de ninguna manera lo iban a descubrir. Ese secreto y ese tesoro lo protegería con toda la habilidad que poseía.

Lo que más temía este último ladrón era decirle algo a un amigo, además pensaba que, quizás bajo tortura, la policía lo forzara a hablar, o aun por medio de drogas o químicos inyectados en un interrogatorio lo hicieran confesar su culpa. Así que fue a la cocina y tomó un cuchillo. Lo afiló y, sacando su lengua con una mano, se la cortó.

Mi señora y yo nunca supimos el fin de la historia, pues con las gotas de sangre que brotaron de la boca del presunto delincuente, salimos corriendo del salón.

 

El Problema De Las Palabras Sin Sentido

Observarán que quiero tocar el tema de algo que algunos, jocosamente, llaman el bla, bla, bla de los predicadores. Es cierto que hay unos que desde el púlpito descargan domingo tras domingo un chorro de palabras sin peso espiritual —en Norte América llaman a esto ¡verborrea! Tenemos que admitir, la mayoría de nosotros los predicadores, que podemos recordar ocasiones cuando fuimos culpables de tales descargas ineficientes desde el púlpito.

Conozco a muchos pastores, sin embargo no sé de uno que se haya cortado su lengua por temor a decir lo que no debía desde su plataforma. Es interesante observar que Jesús nos dice que por nuestra propia boca nos estamos condenando (Mt 12:36). Quizás con un sermón habremos cumplido algún requisito eclesiástico dominical, pero ¿le habremos faltado a Dios y a nuestra congregación hablando vanidades? Si nos hemos parado livianamente ante el pueblo de Dios merecemos el reproche de Jeremías.

¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? Por tanto, he aquí que yo estoy contra los [pastores], dice Jehová, que hurtan mis palabras [se roban los sermones] cada uno de su más cercano. Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los [pastores] que endulzan sus lenguas y dicen: Él ha dicho. He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.

 

El problema de los mensajes preferidos

Esa Palabra divina, que como martillo divino puede descender en cualquier lugar para quebrantar las piedras más duras, si es ignorada por nosotros los predicadores, si es mal usada de manera que pierde su efecto, ¿qué nos dirá el Señor? Seguramente descenderá sobre nosotros mismos por no haber estudiado debidamente, por no haber tomado el tiempo necesario para aplicar esa Palabra al mundo encadenado en sus pecados. Cuando nuestra lengua inventa y proclama lo que no ha venido de Dios, como si hubiera sido de Él, entonces viene la denuncia divina. No hemos cumplido con nuestro potencial, no hemos aprendido a guardar nuestra lengua para no decir falsedad. En lugar de cortarnos la lengua (hablamos figurativamente), lo que ha salido de nuestra boca ha sido un río de palabrería con cuestionables repercusiones.

Sé de lo que hablo. Hace poco me invitaron para dar un devocional a los empleados de una compañía cristiana. Acepté la invitación y, sin mucho pensar, saqué de mi archivo «un mensajito» que opiné sería apropiado, sin darle más importancia. Fui, pero mi lengua me denunció: le fallé a Dios, le fallé a la empresa que me había invitado, y les fallé a los empleados que asistieron esperando oír algo especial de labios de un ministro del evangelio. ¿Cómo les fallé? Pensando que un sermón viejo serviría, que no era necesario pasar tiempo preparándome, asumiendo que mi archivo podría satisfacer aquella oportunidad, fui en nombre de mis fuerzas y con mis propias palabras. No les llevé una palabra de Dios. Fui y cumplí mecánicamente, pero olvidándome de quién era (una persona llamada por Dios para declarar su mensaje).

Malaquías, en su profecía, denuncia a los pastores precisamente por la manera liviana en que a veces ejercen su servicio a Dios. Seguro es que cuando como pastores comenzamos a permitir imperfección en nuestro trabajo y ministerio, esa imperfección se convierte con facilidad en hábito. Dios demanda arrepentimiento y temor, de manera que eso nos impide servirle indignamente. Consideremos la denuncia del profeta:

Si yo soy Señor, ¿dónde está mi reverencia, oh sacerdotes que menospreciáis mi nombre?, os ha dicho Jehová de los ejércitos. Vosotros decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan indigno. Pero diréis: ¿Cómo es que lo hemos hecho indigno? Pensando que la mesa de Jehová es despreciable. Porque cuando ofrecéis un animal ciego para ser sacrificado, ¿no es eso malo? Lo mismo, cuando ofrecéis un animal cojo o enfermo. Preséntalo a tu gobernador. ¿Acaso se agradará de ti? ¿Acaso se te mostrará favorable?, ha dicho Jehová de los ejércitos.

Igual lo hizo Ezequiel en su día (Ez 13:8). Por tanto, como pastores necesitamos evaluar nuestra palabras para estar seguros de que no «hablamos vanidades». Necesitamos criticarnos a nosotros mismos para no ser «pastores que destruyen y dispersan las ovejas [del] rebaño» (Jer 23:1). Al no tener mensaje de Dios, temamos la tendencia de sustituir con palabras vacías lo que Dios hubiera querido que su pueblo oyera. Hemos sido llamados para dar al pueblo de Dios contenido espiritual, para dar dirección correcta e instrucción divina al pueblo.

 

El Problema De La Modernización De Nuestro Mundo

En los próximos párrafos, para enfatizar la importancia de ensalzar esta poderosa Palabra de Dios en nuestros sermones, quiero tomar unas ideas que salen de un análisis que hizo el teólogo David F. Wells de Gordon–Conwell Seminary en su libro Losing our Virture . Pudiéramos opinar que introduzco material que no tiene nada que ver con la predicación, y mucho menos con el tema de este libro: Cómo ilustrar sermones. Al contrario, tomaré el espacio necesario para hacer ver la íntima relación que existe entre nuestra cultura y la gran necesidad de sermones que lleguen a los creyentes con impacto y poder.

Wells analiza al continente norteño. A su vez, de lo que él nos dice yo buscaré algunos paralelos que hay con nuestra cultura latina. Tomaré esas semejanzas para rehacerlas y aplicarlas a nuestro mundo hispano. Aclaro que el génesis de los conceptos vienen de Wells, no son míos, aunque al repetir sus conceptos usaré experiencias personales para mostrar parentescos. Mi esperanza es que este estudio nos ayude a comprender por qué la Iglesia ha cambiado tanto —incluso el contenido de la predicación— en estos últimos 20 años.

En una escala sin precedentes estamos viendo el nacimiento de una cultura mundial nueva. Esta cultura no viene como resultado de conquistas, como sucedía en el pasado, sino ahora de lo que llamamos urbanización. Por ejemplo, cuando inicié mi ministerio en Cuba en 1953, el ochenta por ciento de la gente en nuestro mundo latinoamericano vivía en el campo. Ya, para fines de este siglo, ese mismo porcentaje vive en las ciudades —y somos manejados por el capitalismo, es decir, producimos efectos mercantiles o prestamos servicios (mecánicos, vendedores, secretarias, etc.) que son básicos para la vida moderna. A su vez, apreciamos todos los adelantos e inventos que nos ha traído el capitalismo. Sabemos que los sistemas de nuestro mundo capitalista no podrían funcionar adecuadamente a no ser por el avance fenomenal de la tecnología, por ejemplo, la computadora. Pero en cosas e inventos no se ha detenido nuestra sociedad. ¿Se ha puesto a pensar en los cambios sociales —y morales— producidos por el invento del automóvil? La autonomía, la independencia y las posibilidades que solo ese invento nos ha dado.

La tecnología también está transformando nuestro mundo por medio de las comunicaciones. La televisión nos muestra cómo viven, hacen y piensan los que viven en otros continentes —reduce el mundo y nos lo mete en la misma sala. La televisión no solo nos muestra costumbres e ideas nuevas, modos distintos de vivir y pensar; nos va moldeando poco a poco e insistentemente a formar parte de esa nueva cultura universal. Es decir, nos convence de lo correcto y conveniente que es nuestra cultura. Cuando nos damos cuenta de que la persona promedio ve cinco horas de televisión al día, nos percatamos de su potencia para cambiarnos. Ahora llega el Internet que nos permite conversar e intercambiar directa e instantáneamente con cualquiera, no importa donde sea que viva en este globo terrestre.

Las ciudades en que vivimos también cambian la manera en que pensamos acerca del mundo. Allá en el campo nos conocíamos todos. Si no nos gustaba una familia, la hacíamos de lado. Pero hoy en la ciudad, dado que la gente vive encima una de la otra en esos gigantescos apartamentos, o las casas están aplastadas unas contra las otras, no hay manera de eludir a los vecinos. Es interesante ver que un número creciente de ellos vienen de otros países, con nuevas costumbres, comidas y con nuevas y peculiares creencias. Ya que nuestra religión es distinta a la de ellos y las normas y los tratos distintos —¡para no ofender!— comenzamos a vivir privadamente nuestra propia religión. Así mismo esperamos que ellos vivan su religión en la privacidad, pues lo de la creencia de uno debe ser algo personal y privado.

¡Ajá! Sin que nadie nos lo enseñe, hemos adoptado el secularismo: extraer del vivir público cualquier cosa que tenga que ver con Dios y la piedad. El problema es que al no ser pública nuestra vida espiritual, pronto ni en privado la vivimos.

Hace veinte años nadie pudo haberse imaginado el mundo como es hoy. Como estos llamados «avances» interactúan entre sí, y se alimentan mutuamente, pronto producen un mundo totalmente distinto al del pasado. Deténgase un instante y piense cómo vivíamos hace solo veinte años y los cambios radicales que hemos experimentado. Pocos se quedan para vivir en la misma ciudad toda la vida. La gente se muda con una facilidad y frecuencia nunca antes pensadas. Cambian de empleos. Cambian de cónyuge. Cambian de vestido. Se van a otra iglesia. Se cambian de moda. Lo que vale es lo nuevo; lo viejo se deshecha. Nada es permanente. Como que el «cambio» es la clave dictatorial para nuestra nueva modernidad, se llega a asumir (¿inocentemente? —quizás algunos hasta de manera inconsciente) que lo viejo no tiene valor: ni la vieja generación, ni los viejos valores, ni la vieja moral, ni la vieja iglesia, ni la vieja Biblia, ni el viejo Dios. Todo tiene que ser nuevo. Nada del pasado sirve. Y como que parte de nuestra vida nueva requiere deslealtad (para poder hacer tantos cambios), ideas de lealtad y fidelidad llegan a ser como cadenas que tenemos que romper.

Lo fascinante es que el hombre promedio, al pensar de este mundo nuevo y moderno, se cree que vive en la más civilizada generación que ha existido sobre la tierra. Mira los progresos de la medicina, los inventos de la industrialización, la increíble tecnología, la aviación con su facilidad de llevarnos tan velozmente a cualquier parte del mundo, mira los sistemas de comunicación desde la radio hasta la cibernética, y concluye que somos los más inteligentes, los más capaces, los más expertos, los más sabios, los superiores, los más felices de todos los que hasta aquí han vivido.

Miden la vida en base a parámetros cuantitativos en lugar de cualitativos. Se olvidan (quizás por no conocer la historia del mundo) que este moderno mundo ha eliminado la variedad para crear un mundo monótono. Por todas partes se toma la misma Coca-cola, se visten los mismos jeans y camisetas, se luce la misma moda, se usan los mismos colores, se montan los mismos autos, aviones, barcos y trenes, se oye la misma música, se escuchan los mismos programas de radio (aunque en distintos idiomas), se ve la misma televisión, se disfruta de las mismas películas, se vive de la misma forma. Y hay aquellos que quieren hacer de la Nueva Era la religión mundial. ¿Se puede llamar toda esta monotonía «avance»? ¡A Dios gracias que no se come la misma comida… todavía!

 

El Problema De La Irreligiosidad De Nuestro Mundo

Somos la primera civilización importante de la historia que a propósito se establece sin fundamentos religiosos. Toda otra civilización importante —sea la islámica, la hindú, la católica, la protestante— siempre ha tenido una fuerte base religiosa. La civilización moderna hace alarde de ser irreligiosa. Por ejemplo, un creciente número de nuestra juventud moderna se jacta de no creer en absolutos morales. Es decir, no creen que el adulterio o la fornicación es pecado, ni que la mentira, ni aun el robo (aun si no perjudica a nadie) es malo. La conducta moral la establece el individuo de acuerdo a la situación, no la establece la Iglesia —ni mucho menos la Biblia. Además, de que haya una verdad absoluta, universal, venida de Dios, es aceptado. Al contrario, tales conceptos son absurdos. Hay muchas verdades. Cada sociedad tiene su propia verdad. Nadie —ni nosotros los cristianos— tiene derecho de imponer sus reglas o sus creencias sobre otros, como si lo que ellos creen fuera la única verdad. Toda creencia tiene igual valor. Nadie puede pretender que haya una verdad que debe ser aceptada por todo hombre en todo lugar y en todo tiempo.

Al propagar este tipo de creencia, se ha creado un vacío espiritual en el mundo, pues no se puede levantar un concepto por encima de otro. Lo único aceptado como legítimo para todos es el placer. Disfrutar de la vida, gozar de la vida. No hay nada más para darle sentido a la vida, sino el placer. El único con el derecho de imponer algo es el estado, pues a través de los jueces y la policía se controlan los excesos.

Como se ve, al parecer la Iglesia ha perdido su poder para juzgar, para castigar y para imponer normas morales. Estos derechos han pasado al individuo y al estado.

 

El Problema Del Mundo Que Invade Nuestros Hogares

La invasión que ha afectado a nuestro hogares ha sido insidiosa, aunque ciertamente no silenciosa. Efectuó su entrada el día en que compramos un televisor. Recuerdo, cuando joven, que se nos prohibía ir al cine, a veces con dichos insensatos, como: «Si vas al cine va a regresar Jesús en las nubes y allí en el teatro te dejará». Temblábamos al cruzar por el frente de un cine, sin ni aun atrevernos a leer los carteles pecaminosos, al contrario, mirábamos hacia arriba, al cielo, para ver si acaso Jesús se asomaba. Pero ahora, ¿qué ha pasado? Un aparato en el lugar más central de la sala proyecta exactamente las mismas películas —a veces algunas mucho peores— y ahí inmóviles las tragamos todas.

«Oh, incongruencia, ¡eres una joya!» decía el sabio Shakespeare, sin imaginar que nosotros los evangélicos seríamos los más incongruentes con nuestras reglas morales.

Ese aparato nos hace posible viajar por el mundo sin límites de distancia ni de idiomas. Nos abre la puerta al pensamiento más raro y a las costumbres más extrañas, al punto que ya nada nos parece ni raro ni extraño. A don Francisco lo hemos hecho más real y atractivo que a los vecinos del barrio, y a Sábado Gigante el entretenimiento más gustoso de la semana —preferible antes que el culto dominical. Ya, al ver cómo se visten (o dejan de vestirse) las chicas en la televisión, ese modo de vestir es el mismo que lucen nuestras hijas en las calles. Y la lujuria en los ojos de los hombres que las admiran, es la manera aceptable de ver al sexo opuesto.

En nuestros hogares, por medio de un simple aparato, ha penetrado el mundo, y lo tildamos de «avances técnicos». Por esa pantalla —y no desde el púlpito— fluyen los conceptos de moralidad, de conducta, de pensamiento, de modernidad. Ese pequeño aparato toma el pensamiento de la gente más impía —antidiós— del mundo y las filtra, pedacito por pedacito, a nuestras salas en maneras que las podemos saborear, masticar y digerir, sin darnos cuenta de lo lejos que están de Dios y su Santa Palabra.

Con un poder casi omnipotente nos dominan esas imágenes que destellan hora tras hora, día tras día. Nuestra frágil psiquis, bajo el peso de tanta información, rápidamente pierde su capacidad para discernir entre lo bueno y lo malo.

¿Qué posibilidad tiene el pastor, una vez a la semana, de contrarrestar toda esa falsedad en cosa de una hora? Lo que hemos estado viendo, escuchando y aceptando un promedio de ochenta y seis horas a la semana es tan persuasivo que, cuando oímos la verdad divina los domingos, nos es casi imposible reconocerla como verdad de Dios.

Bajo tal influencia, ¿quién gana? ¿Dios o el mundo?

Pregúntele a un joven cristiano promedio lo que opina acerca del divorcio. Hoy, para la mayoría es una opción aceptable, a pesar de que Dios dice que «odia» el divorcio (Mal 2:16). Pregúntele lo que opina del sexo fuera del matrimonio, diría que eso no es pecado, no importa lo que Dios dice. Pregúntele respecto a la mentira, el alcohol, la danza, las drogas, el placer y encontrará que para él todo es relativo, no hay una verdad absoluta. Pregúntele acerca de lo más importante en la vida, diría que es gozarse, disfrutar de la vida. Hoy, ¿a quién se le ocurre que lo más importante de la vida es agradar a Dios y buscar la voluntad de Él? La gran mayoría de las respuestas de la juventud cristiana moderna a las preguntas fundamentales de la vida es mucho más afín a lo que creen los no creyentes que a lo que enseña la Palabra de Dios.

 

¿Por Qué Esta Exposición?

Simplemente para apuntar la increíble importancia de la predicación en nuestros días. Hace falta nuevamente estimular la reverencia ante el púlpito como el lugar central seleccionado por Dios para que sus santos escogidos hablen al pueblo. Hoy día ese púlpito está comprometido por mensajeros que Dios no ha llamado, por entretenimientos que Dios no ha ungido, por sustitutos que Dios no ha escogido como medios para hablar a su pueblo.

Necesitamos hombres de Dios, que cuando suban al púlpito nadie dude de que Él los ha enviado para hablar en su lugar. Hombres autorizados por Dios, llenos de la Palabra de Dios, que con sabiduría y capacidad puedan para hacer volver el pueblo a Dios. Hoy día, ¿dónde están esos pastores?

 

Conclusión

Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida.

Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad … Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada, vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia

(Ezequiel 34:7–12, 15–16).

Thompson, Les: El Arte De Ilustrar Sermones. Miami, Florida : Editorial Portavoz, 2001, S. 137

martes, 4 de febrero de 2014

Estudio Biografico de Personajes Biblicos

El sermón biográfico tanto memorables como oscuros. Se pueden resaltar virtudes, rasgos interesantes dignos de ser imitados, un suceso, o una serie de sucesos de la vida de un personaje, la vida interior de una persona, la resolución de un conflicto, el pecado o falta de un personaje bíblico

Costas, Orlando, Comunicación Por Medio De La Predicación. USA: Editorial Caribe,
1992- Pag. 132,134.

Tomar como base la vida de algún personaje bíblico, con el fin de aplicar ciertas lecciones espirituales a la vida diaria de la congregación. Hay diferentes tipos de sermones biográficos.

1. Un esbozo del carácter del personaje. Basado en las características más sobresalientes
de su vida. Se vale de la imaginación y se destaca la vida intima del personaje.

2. Una característica particular, aspecto o principio en la vida del personaje. Se presta la
estructura ilustrativa, puede desarrollarse por medio de diferentes episodios, que ilustren el principio referido.

3. Contribuciones individuales del personaje. Es decir, enfatiza no sólo en él mismo sino en
lo que hizo. Se presta para estimular ciertas áreas del personaje, sean políticas, sociales, espirituales, etc.

4. En un incidente interesante de su vida. Relucir porciones bíblicas olvidadas, o insignificantes. Se presta para la novedad y la imaginación, pero también para la correlación para problemas vitales de la congregación.

5. La experiencia familiar. Narra la experiencia común en la vida de toda la familia, el
nacimiento de un niño, una boda, crisis familiar, u otras experiencias relacionadas a la vida de la familia.


HERRAMIENTAS BASICAS PARA LA PREPARACION DE UN SERMON BOIGRAFICO

1. Un buen diccionario bíblico.
2. Una buena colección de libros de biográficos de grandes hombres de la Biblia.
3. Tener a la mano del material sobre el personaje bíblico.
(Un consejo: Leer y releer los pasajes, adueñarse de ellos, y dominarlos).

Perry, M. Lloyd, Predicación Bíblica Para El Mundo Actual. Mami Florida: Editorial Vida,
1973-72,72.

El sermón biográfico tanto memorables como oscuros. Se pueden resaltar virtudes, rasgos interesantes dignos de ser imitados, un suceso, o una serie de sucesos de la vida de un personaje, la vida interior de una persona, la resolución de un conflicto, el pecado o falta de un personaje bíblico (etc.). Interesar en la producción de una personalidad y la regulación de una conducta.

La lista que sugiere Perry, se puede convertir en parte de un archivero de información acerca de personajes bíblico que se pueden consultar en el futuro.

1. ¿ Qué tipo de persona era?
2. ¿ Qué lo hizo ser ese tipo de persona?
3. ¿ Qué consecuencias tuvo que fuera ese tipo de persona?
4. ¿ Cuáles fueron las causas preventivas y curas de sus debilidades?
5. ¿ Cuáles fueron los secretos de sus virtudes?
6. ¿ Cómo bosquejaría usted cronológicamente la virtud del personaje?
7. ¿ Cuál es el fondo ancestral del personaje?
8. ¿ Cuál es el significado del nombre del personaje?
9. ¿ Qué crisis religiosas y seculares significativas ocurrieron en su vida?
10. ¿ Qué ventajas disfruto este personaje en cuanto a su desarrollo personal?
11. ¿ Qué rasgos de carácter se manifestaban en él?
12. ¿ Qué amigo de importancia tuvo este personaje?
13. ¿ Qué influencia de importancia ejerció este personaje?
14. ¿ Qué fallos y debilidades hubo en la vida de este personaje?
15. ¿ Qué contribuciones de importancia tuvo este personaje?
16. ¿ Cuál es la lección principal que se puede encontrar en esta vida, y que es de especial valor para usted?
17. ¿ Cuál fue la influencia de la localidad desde el punto de vista de la geografía, la historia y cultura, sobre este personaje?
18. Si este personaje estuviera en nuestra sociedad presente, ¿ Cuál sería la categoría de oficio y profesión?
19. ¿ Cuál era la relación de este personaje con Dios?
20. ¿ Cómo se puede evidenciar el mensaje del evangelio a través de la vida de este
Personaje?
21. ¿ Cómo se relaciona este personaje bíblico a la vida de la gente que escuchará el sermón?
22. ¿ Con qué enemigos tuvo que luchar?
23. ¿ Qué motivos fueron evidentes en la formación de su vida?  

El Predicador, Preparacion y Herramientas

La personalidad de quien predica, es de la mayor importancia en la predicación, ya que no es acto comunicativo entre personas; o lo que es lo mismo: un encuentro comunicativo entre personalidades distintas.

PALABRA DE DIOS: Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
2 Timoteo 2:15

I. SU PERSONALIDAD.
La predicación tiene una variedad de aspectos. No se le puede entender sólo su aspecto retórico, es decir como un discurso basado en la teología cristiana; hay que ver sus aspectos psicológicos: como una persona; que comunica sus conceptos, actitudes y sentimientos.

La personalidad de quien predica, es de la mayor importancia en la predicación, ya que no es acto comunicativo entre personas; o lo que es lo mismo: un encuentro comunicativo entre personalidades distintas.

Definamos la personalidad como la forma característica en que un individuo piensa y se comporta al irse ajustando a su medio ambiente, trátese de un hombre o de una mujer.

Esto incluye los rasgos característicos de la persona, sus valores, sus motivos, su esquema genético, sus actitudes, reacciones emocionales, aptitudes o capacidades imagen de sí mismo e inteligencia.

Dice Orlando Costas: “La personalidad es de suma importancia para la predicación, por que determina en gran parte la manera como ésta ha de ser percibida por la congregación”. El predicador ha de cuidar entonces no sólo lo que va a decir sino como lo dirá.

Su personalidad estará en evidencia al comunicar el mensaje; sus ansiedades, frustraciones y otros sentimientos negativos; así como su amor confianza, seguridad, y otros sentimientos positivos, se reflejaran de tal modo en el mensaje, que la personalidad. En muchas la personalidad reflejara mas que el contenido del mensaje del sermón.

El predicador reflejará en su mensaje una personalidad con las siguientes características:

A. Testimonio personal con Cristo (Efesios 3.17; Juan 3.11; 2Corintios 5.17; Marcos 5.19-20).

B. Moral libre de todo reproche. Su vida debe estar por encima de toda reprensión (1 tesanolisences 5.22). Su vida ha ser ejemplo (1Timote 4.12). La vida del predicador ha de ser digna de un siervo de Cristo (1 Timoteo 3:2-6).

C. Madures en la fe (1 Timoteo 3:6). Debe comenzar a predicar bajo la dirección de su pastor o otros hermanos experimentados.

D. Responsabilidad ante la tarea el sentido de responsabilidad conlleva a dedicar tiempo para la predicación. Esto hace que muchos predicadores se matriculen en institutos bíblicos y academias teológicas.

E. La dirección de Espíritu Santo. Es necesario que como creyente, y como predicador esté lleno del Espíritu Santo ha de predicar por convicción. Ha de buscar la inspiración, la dirección y la unción del Espíritu Santo.


II. SUS HERRAMIENTAS DE TRABAJO

Para elaborar un buen sermón se necesitan unos instrumentos o herramientas de trabajo de suma importancia. Estos instrumentos del avance espiritual son necesarios adquirirlos y desarrollar destreza en su uso. A mayor cantidad de ellos y su uso resultarán sermones más profundos, bien elaborados y cautivadores para el oyente.

Las herramientas más importantes son:

A. LA SANTA BIBLIA. Existen diversas traducciones y variedades de ellas.

B. CONCORDANCIA. Las hay alfabética y temáticas.

C. DICCIONARIO BIBLICO. Los hay ilustrados, teológicos, de historia eclesiástica y otros.

D. LA GEOGRAFIA BÍBLICA. Existen diversos libros y compendios de mapas.

E. EL COMPENDIO MANUAL DE HALLEY. Es una herramienta útil para el predicador.

F. LOS COMENTARIOS. Los hay exegéticos, explicativos, y una gran diversidad.

CONCLUSION
Por lo tanto es interesante observar que un predicador no solamente va a depender de la unción sino de la preparación. Así como Jesucristo preparó por mas de tres años a sus discípulos para predicar la Palabra de Dios, así es necesario prepararse para este importante ministerio.

TAREA.
Realice unos 2 sermones temáticos basados en todo el libro de Santiago, con el tema: “Consejos prácticos en el libro de Santiago”

PUNTO EXTRA
Realice un sermón biográfico sobre Santiago. Utilice y auxiliase en los apuntes finales sobre como hacer un estudio biográfico.

La Introducción del Sermón

Nunca subamos al púlpito con la idea romántica de que la gente está deseosa de escuchar nuestro sermón. La gente está muchas veces pensando en sus problemas y el Predicador tiene que hacer un esfuerzo por conseguir la atención

PALABRA DE DIOS: Pero persiste tú en lo que haz aprendido y te persuadiste, sabiendo de quien has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.
2 Timoteo 3:14,15.

INTRODUCCION.
Nunca subamos al púlpito con la idea romántica de que la gente está deseosa de escuchar nuestro sermón. La gente está muchas veces pensando en sus problemas y el Predicador tiene que hacer un esfuerzo por conseguir la atención.

Tenemos hoy en día muchos competidores contra nuestro sermón y son: La televisión, las modas, la calle, películas, etc.

I. DEFINICION.
La introducción es la primera parte del sermón. Es la que sienta la tónica del mensaje. Se usa para captar la atención. Cuando es bien hecha ya tenemos la mitad del sermón hecha. La introducción estimula la buena disposición de la audiencia y se inicia la buena comunicación.

II. IMPORTANCIA.
Tiene el propósito de interesar en el tema y de preparar a la audiencia para entenderlo. Es el medio para establecer contacto con la audiencia. Debe conseguir la buena voluntad para el orador, atención y disposición de aprender. Dos términos importantes de la introducción atención e interés.

III. CLASIFICACION.
A. Las basadas en el momento de la predicación.
B. Las que surgen del tema general del pasaje, o de mensaje.
C. Las que relatan historias jocosas.
D. Las que citan las escrituras.
E. Las que hacen una pregunta retórica y le dan la contestación.
F. Las que comienzan con una declaración sorpresiva.
G. Las que hacen una paráfrasis del texto que sirve como sermón.
H. Las que se refieren al predicador mismo, teniendo cuidado de no caer en apologías personales.
I. Las que se refieren a libros, periódicos y revistas y a los medios de comunicación.
J. Las que aducen a acontecimientos contemporáneos.
K. Las que describen gráficamente un hecho o un acontecimiento.
L. Las que declaran con franqueza el propósito del sermón.

IV. CARACTERISTICAS.
A. Interesante. Capta el interés del oyente, y pone en claro el tema y el asunto que se va a tratar.
B. Simpática. Establece un vínculo afectivo positivo entre el predicador, su tema y su audiencia, eliminando las barreras comunicativas que puedan haber.
C. Reconfortante. Permite que el oyente se sienta clamado.
D. Informativa. Provee al auditorio una visión amplia del tema, satisfaciendo la natural curiosidad de este.
E. Apropiada. Que tome en cuenta la cultura general del auditorio, sus tradiciones, costumbres y gustos.
F. Positiva. Que apunte a las soluciones positivas que el evangelio da a toda situación humana.
G. Progresiva. Su movimiento avanzará, desde un punto de partida conocido de la audiencia, hacia lo desconocido.
H. Precisa. Su movimiento estará dirigido para llegar a la proposición, que es el sermón condensado, será presentada explícitamente o implícitamente en la introducción.
I. Breve de 3 a 5 minutos.
J. No debe prometer demasiado que no lo cumpla.


TAREA
Escriba por lo menos tres introducciones para de tres temas sobre la iglesia según Santiago.

La Conclusión del Sermón

Es terrible que nosotros hayamos tenido un excelente propósito en nuestro sermón, una buena base Bíblica bien analizada, en armonía con un excelente asunto, con su buen tema, proposición intachable, palabra clave y buen bosquejo, pero si no sabemos concluir de nada sirve el resto del trabajo.

PALABRA DE DIOS: Enseguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Cristo. Hechos 9:20

INTRODUCCION:
Es terrible que nosotros hayamos tenido un excelente propósito en nuestro sermón, una buena base Bíblica bien analizada, en armonía con un excelente asunto, con su buen tema, proposición intachable, palabra clave y buen bosquejo, pero si no sabemos concluir de nada sirve el resto del trabajo.

I. DEFINICION E IMPORTANCIA DE LA CONCLUSION.

La conclusión del sermón es la parte del contenido desenlazado y hace su unidad claramente visible.
1. Resume las ideas principales y refresca la mente del auditorio.

2. Imprime la verdad expuesta, en un impacto final, en la memoria del oyente.

3. Trae todo a un foco ardiente de encuentro personal con la vida del oyente.

4. Entrega los asuntos vitales y eternos del evangelio a la decisión del oyente.

5. Sugiere el camino de acción.

6. Indica un contraste dichoso y favorable con una verdad rígida y severa.


II. ELEMENTOS COMPONEN LA CONCLUSIÓN:

1. La recapitulación. Recoge en una sola mirada las perspectivas generales de todo el camino recorrido por el sermón.

2. La aplicación. “Donde empieza la aplicación empieza el sermón” Aquí se le hace hincapié a la relación practica que tiene el asunto con la vida diaria del oyente.

3. La demostración. Que el Predicador muestre la manera de llevar a cabo la empresa
sugerida.

4. La persuasión. Para poder persuadir se necesita haber echado un buen cimiento sólido de conocimiento a través de todo el sermón definiendo con claridad cual es deber de que se trata.

Entonces queda la tarea de persuadir la voluntad a cumplirlo. Se puede hacer por medio de una apelación a los deseos fundamentales que hay en todo hombre de ser feliz.

a. De ser mejor de lo que es.
b. De tener seguridad en cuanto los valores de la vida.
c. De ser amado y aceptado.
Se pueden aprovechar los maravillosos resortes de la memoria y de la imaginación para impulsarlo hacia la acción. Y por último el legitimo derecho del deber, la gratitud y la benevolencia.

5. La invitación.
¿Qué hace un vendedor de seguros después que le ha presentado su promoción? ¿Acaso le muestra su producto, lo convence de que es bueno y luego se va? Es ir por la decisión de la persona.

Si aceptas tendrás esto y si no dice la Biblia que te sucederá esto. Haga contrastes entre las ventajas de aceptarlo y las desventajas de no recibirlo. La invitación tiene que ser clara, precisa y directa. Levanta tus manos, ponte de pie, pasa al frente, dobla tu rodilla, y repite conmigo.

CONCLUSION:
La conclusión del sermón constituye el ataque final a la fortaleza de la voluntad de los oyentes.

TAREA
Realice usted 10 proposiciones e inmediatamente sus conclusiones. Recuerde solo la proposición y la conclusión. Después de haber terminado trate de hacer dos sermones de cualquiera de estos diez ejercicios.

Los Puntos Principales del Sermón

¿Para que sirve un bosquejo en la predicación de un mensaje? ¿Qué relación tiene con el tema? ¿Qué importancia tendrá el orden en que se ponen los puntos?

PALABRA DE DIOS: Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.
Hechos 8:4,5.

INTRODUCCION:
¿Para que sirve un bosquejo en la predicación de un mensaje?
¿Qué relación tiene con el tema?
¿Qué importancia tendrá el orden en que se ponen los puntos?
En primer lugar tenemos que pensar que los puntos principales no deben ser menos de dos ni mayor de cinco. Es por la razón de que el tema de nuestro sermón es como una manzana y cuando queremos comérnosla no la vamos a masticar completa tenemos que cortarla en pedazos adecuados a nuestra boca. También no tienen que ser muchos debido que la gente olvida de que predico el hermano.

I. La palabra clave nos marca el rumbo de las divisiones principales.

Razones para aceptar a Cristo.
1. Por que el amor de Dios es eterno.
2. Por que el amor de Dios es verdadero.
3. Por que el amor de Dios es existencial.

II. Las divisiones principales deben tener una idea similar y singular a la del tema. No debe haber repetición de las ideas mismas en las divisiones principales.
Las divisiones principales deben tener coordinación, es decir coherencia y fluidez, para formar así una unidad lógica.

III. Las divisiones secundarias. Una vez que el Predicador tiene las divisiones principales, procede a desarrollarlas.
Una división principal no debe tener no menos de dos subdivisiones.
Las divisiones secundarias pueden desarrollarse a través de la interrogación, exposición, argumentación, aplicación e ilustración.


TAREA
¿Por qué el Predicador debe arreglar su sermón?.
Realice 5 temas sobre el capítulo 3 y arregle los sermones de tal forma que tengan puntos principales.
Ejemplo.
Base Bíblica: Santiago 3:1
Asunto:
Propósito:
Palabra clave: Responsabilidades
Tema: La responsabilidad de un maestro
Proposición:
Introducción:
O.T.
I. Impartir la verdad a la congregación.
II. Enseñar la palabra de Dios a la congregación.
III. Dar mayores cuentas a Dios como maestros.
Conclusión.